viernes, 18 de diciembre de 2009

CENTROAMÉRICA ENFRENTA RETOS URGENTES POR EL CAMBIO CLIMÁTICO


(Copenhague, 17 de diciembre, 2009) Los siete países del Istmo Centroamericano emiten menos de 0,5% de las emisiones mundiales, pero sufrirán un serio impacto del cambio climático debido a pérdidas económicas, sociales y ambientales. Según un estudio coordinado por la Sede Subregional de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en México con los Ministerios de Ambiente y Hacienda, la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD) y la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA), se estimó que este impacto al 2100, costará por lo menos 103 mil millones de dólares corrientes de EEUU en valor presente neto.


El estudio “La economía del cambio climático en Centroamérica”, considera diferentes escenarios de desarrollo y trayectorias de emisiones y analiza los impactos y costos del cambio climático, presentando opciones de adaptación y mitigación. Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá tienen una alta exposición a la variación de la precipitación pluvial y a los eventos meteorológicos extremos, fenómenos que se recrudecerán en los próximos decenios. Esto se combina con una vulnerabilidad socio-económica y ambiental ligada a la pobreza, el limitado acceso a alimentos y agua potable y la insuficiente cobertura y calidad de los servicios de salud, educación y seguridad social.

Los resultados iniciales indican que el impacto del cambio climático en América Central se traduce en una mayor variabilidad climática con eventos extremos más intensos. Dentro de un escenario de emisiones crecientes e inacción mundial, estos fenómenos climáticos son significativos y se incrementarán en el tiempo. Se confirma, además, que los costos de un escenario de inacción mundial, tipo escenario A2 del IPCC, serán más elevados que los de un escenario con un acuerdo internacional que logre reducir significativamente las emisiones. Las estimaciones iniciales del impacto del cambio climático en algunos sectores, son las siguientes:

· Temperatura y precipitación. Si se mantiene el escenario de inacción, considerando el promedio de los tres modelos aplicados en el estudio, la temperatura aumentaría entre 3,6 °C y 4,7 °C hasta el año 2100, dependiendo del país. Se espera un promedio de reducción de la pluviosidad del 18 por ciento, con un rango entre 6 y 23% por ciento. Existe una alta variabilidad en los escenarios futuros de precipitación, lo que representa un riesgo por la reducción de los recursos hídricos.

· Eventos extremos. Entre 1930 y 2008, en Centroamérica se han registrado 248 eventos extremos asociados a fenómenos climáticos. Los eventos más recurrentes son hidrometeorológicos (inundaciones, tormentas, deslizamientos y aluviones), seguido por las sequías, con frecuencias de 85% y 90% respectivamente. En las tres últimas décadas, los desastres registran un crecimiento anual estimado del 5% respecto a lo observado en la década de los setenta. La intensidad de huracanes y tormentas podrá aumentar entre 5% y 10% durante este siglo. Estos fenómenos impactarán en mayor medida a Belice y Honduras, seguidos por Costa Rica y Panamá.

· Recursos hídricos. La demanda de agua de la región con el cambio climático podría aumentar 12% por arriba del escenario tendencial hacia 2050 y 19% en 2100. Además de la presión que ejercerán la expansión urbana y el crecimiento económico, el aumento de la temperatura y la variación de los niveles de precipitación impactarán la demanda y el suministro del líquido. Se espera que la presión sobre los recursos hídricos sea mayor en Guatemala, Honduras y Nicaragua.

· Sector agropecuario. La agricultura y la ganadería estarán entre los sectores más afectados por el cambio climático en el Istmo Centroamericano. Actualmente estos sectores son motores de la economía centroamericana, representando un 18% del PIB total. Según las estimaciones iniciales, el índice agropecuario arrojaría una reducción de aproximadamente 9% a 2100, siendo particularmente afectado el índice pecuario, con una caída del 13%. De particular preocupación son los potenciales impactos en los granos básicos (maíz, frijol y arroz) por su impacto en la seguridad alimentaria.

· Biodiversidad. Centroamérica contiene el 7% de la biodiversidad del planeta. El cambio climático hará que el índice potencial de biodiversidad disminuya entre 27 y 48% en 2080, dependiendo del país. Los más afectados serían Nicaragua, El Salvador y Honduras. El promedio regional de esta pérdida sería del 38%.


Esta primera fase del estudio hace una valorización económica de los impactos climáticos equivalente a 103 mil millones de dólares corrientes o 69 mil millones de dólares a precios de 2002. Esto es el resultado de un estimado inicial del costo medible acumulado a 2100 en cuatro ámbitos: agropecuario (19%), recursos hídricos (15%), biodiversidad (19%) e intensidad de eventos extremos, como huracanes y tormentas tropicales (18%). Esta valorización económica equivale a más del 70% del PIB de la región en 2008 a valor presente neto y tiene una tasa de descuento de 0,5%. Los costos iniciales estimados son crecientes a partir del año 2050 en la mayoría de los ámbitos analizados y, en general, bastante elevados al finalizar el presente siglo. Con esto se confirma la importancia de lograr una reducción sustantiva de las emisiones globales a corto plazo para evitar mayores costos y destaca la urgencia de un apoyo sustantivo por parte de los países desarrollados para financiar acciones de adaptación y transición a economías bajas en carbono con las transformaciones tecnológicas requeridas.

En el Estudio económico del cambio climático en Centroamérica, se exploran posibles opciones de políticas, entre las que se encuentran la importancia de redoblar los esfuerzos para reducir la pobreza, la desigualdad y la vulnerabilidad socioeconómica y ambiental actuales. Recomienda además afianzar la seguridad alimentaria, garantizar la seguridad, sostenibilidad y eficiencia energéticas y que los países se conviertan en audaces gestores del recurso hídrico. El estudio hace hincapié en que se debe limitar la presión sobre los ecosistemas naturales para mejorar su adaptación, reducir el impacto de los eventos extremos, tomar medidas previsoras de política fiscal, fortalecer los sistemas de ciencia, innovación y desarrollo de tecnología, así como integrarse oportunamente a la transición hacia una economía global baja en carbono.

Considera el estudio que el cambio climático no puede ser tratado como responsabilidad exclusiva de las instituciones ambientales, sino que debe reconocerse como problema económico central y transversal. El cambio climático afectará las finanzas y políticas públicas por el aumento de las emergencias causadas por eventos extremos, por lo cual es indispensable adoptar una política fiscal que incluya el cambio climático, como tema transversal. La crisis económica actual, si bien es una amenaza de grandes proporciones, puede ser aprovechada para replantear la estrategia de desarrollo, incorporando medidas a tomar frente al cambio climático. Es necesario crear mecanismos financieros en un contexto de desaceleración del crecimiento económico y programas de estimulo fiscal que amortigüen el impacto del cambio climático, y alinear los incentivos fiscales para transitar hacia una economía menos dañina al ambiente. www.cepal.org.mx

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